El verano es la época perfecta para conocer los barcos, yates o lanchas de deportistas como Rafael Nadal, de personajes de la aristocracia como los Grimaldi-Casiraghi o de diseñadores como Giorgio Armani, que se dejan ver en alta mar para pasar unos días de relax. Así lo ha hecho Carlos Sainz, tanto padre como hijo, que de vez en cuando se ponen a los mandos de su lancha clásica Riva. Al tricampeón del Rally Dakar se le ha podido ver hace unas semanas en ella, según recoge «¡Hola!».
En este caso, hablamos del modelo Aquarama, fabricado entre 1962 y 1972. Una pieza exclusivas de la que apenas hay 300 producidas en total y que, podemos decir, son increíblemente sexis. Son embarcaciones rápidas, con una configuración ligera y dos motores con potencias combinadas de entre 185 y 400 CV. La eslora es de 8 metros y la manga de 2,60 metros. Las personas que pueden subirse a bordo de esta lancha son cinco, con cubierta para poder tomar el sol incorporada. La embarcación alcanza velocidades de 40 nudos.
Muy apreciado por sus líneas esquemáticas, la caoba, los detalles brillantes de latón cromado y los interiores caracterizados por el típico color aguamarina combinado con tonos crema, el Aquarama reflejaba el optimismo de la Dolce Vita en Italia en los primeros años 60.
Es casi imposible recordar las imágenes de la resplandeciente Costa Azul y de los litorales europeos sin evocar las prolongadas jornadas veraniegas de unos pocos afortunados, tumbados en la parte trasera de un barco bajo el cálido sol, con el dulce estruendo del motor de un Aquarama entre las olas que sirven de fondo.
Para quien lo posee no se trata sólo de un barco, sino de un sueño que se hace realidad. En este caso, la familia Sainz disfruta de él navegando, generalmente, por aguas mallorquinas y dejándose ver con esta Riva.