Ha dado la vuelta al mundo a vela en solitario dos veces y su espíritu aventurero ya sueña con la siguiente. El regatista Didac Costa (41 años, Barcelona) quiere seguir rompiendo moldes después de alcanzar el decimocuarto puesto en la octava edición (2016-17) de la regata en solitario Vendée Globe, sin asistencia y sin escalas –con un tiempo de 108 días y 19 horas–, convirtiéndose así en el segundo regatista español en completar la prueba 24 años después de José Luis Ugarte. Repitió participación en la edición de 2020-21, haciéndose con el vigésimo puesto.
Antes de ello, en 2014, ya participó en la vuelta al mundo en doble en la Barcelona World Race, quedando en cuarta posición. En esta ocasión, nos centraremos en la vuelta al mundo en solitario, un reto con el que sueña todo navegante y que supone un gran esfuerzo físico y mental.
Dentro del mundo de la náutica y de la competición, la Vendée Globe «es una regata muy importante y con mucha historia. Es una competición que dura aproximadamente unos tres meses en los que estás tú a cargo del barco y tienes que dar la vuelta al mundo», nos cuenta.
«No es solo a nivel simbólico, sino que el día a día es algo que requiere mucha dedicación y mucho esfuerzo. Es algo muy gratificante porque es la actividad que me gusta hacer y dar la vuelta al mundo en solitario es lo que más me atrae. Siempre trato de competir en esta opción”, detalla el regatista.
Sin duda, una competición que no es nada fácil, ya que son «muchos días, estamos compitiendo y tenemos que hacer muchas tareas». Aún así, también «hay momentos de más tranquilidad y en los que puedes relajarte un poquito. Es una prueba muy especial, no sé si las hay que duren tanto tiempo, así que hay momentos de todo».
Lo que más puede costar es que en esa competición «estás mucho tiempo solo y tienes que gestionar no solo el barco, la navegación y la competición, sino a ti mismo. Requiere mucha concentración y dedicación y a nivel de emociones es muy intensa”.
A nivel mental, «aunque no puedes estar igual de concentrado en una prueba que dura un día o una semana que los que duran tres meses, pero es verdad que es dura porque estamos solos y nunca puedes terminar de desconectar en ningún momento».
Al final, estar tantos días sin rebajar la tensión hace mella: «Es algo que se hace duro, pero a la vez es lo interesante, el haber sido capaz de gestionarte a ti mismo, al barco y a la competición”, recalca.
Pasión por el mar desde pequeño
Recuerda su juventud “aprendiendo en cursos de vela» y con lo inculcado por su padre, que tenía un barco «con el que había trabajado alquilándolo y llevando gente. Es algo que de pequeño ya había vivido bastante. Ya de mayor tuve posibilidades de conseguir algún barco y empezar a hacer regatas en solitario. Poco a poco me metí en la competición en sí, pero lo de navegar me viene desde pequeño, yendo en barcos de vela ligera, en grupo, en puertos y con la familia”.
La competición con la que ha dado la vuelta al mundo en solitario en dos ocasiones la tiene presente desde hace muchos años: «La Vendée Globe ya de pequeño la seguía y era algo que me apasionaba. La idea de poder hacerla era complicada, pero empecé a navegar en barcos más pequeños y asequibles y a raíz de estas primeras competiciones que hice, surgió la oportunidad con la Barcelona World Race y ese proyecto fue muy bien y al terminar el proyecto conseguí estar en la Vendée Globe”.
Su intención, ahora, es seguir participando en el circuito de regatas de la clase IMOCA, que son los barcos que participan en la Vendée Globe, así como en todos los circuitos en los que hay regatas cada año en solitario o doble.