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Antonio de la Rosa, ante el desafío más épico: conquistar la Antártida en solitario

Unos días antes de su partida a la Patagonia, De la Rosa se reúne con Forbes Nautik para explicarnos cómo va a ser esa aventura única

@posovisual

Tras más de 12 años de expediciones de extrema dificultad y una gran trayectoria deportiva corriendo en la elite de los raids de aventura, con decenas de victorias por todo el mundo, Antonio de la Rosa (Íscar, Valladolid, 1969), bombero en excedencia de la Comunidad de Madrid, empresario de deportes de aventuras y embajador de American Pistachio Growers, intentará por segunda vez (el año pasado tuvo que cancelarlo por la COVID) su reto más difícil: cruzar la gélida Antártida en dos navegaciones en solitario, desafío no realizado antes por ningún ser humano planteado en esta forma.

Está previsto que la aventura se desarrolle en tres etapas a lo largo de 40 o 45 días aproximadamente: 1.000 km a remo, 2.000 km a vela y 50 km a pie en esquíes. El viaje empezará el 27 de diciembre en Puerto Williams, en la Patagonia chilena, y finalizará en la Isla de Georgia Este, en la Antártida, después de atravesar más de 3.000 km en los que tendrá que sortear olas de hasta 12 metros, y temperaturas y vientos extremos.

Paciencia y determinación

Son las claves de la expedición “Antártico remando en solitario”, que se podrá seguir en directo por internet (www.antoniodelarosa.net). Si lo consigue, se convertirá en la primera persona en cruzarlo. “Soy muy ambicioso y no quiero dejar pasar la ocasión de realizar una de las pocas expediciones auténticas que quedan”, explica De la Rosa, que, además de cruzar el Antártico por el Estrecho de Drake, emulará la aventura del explorador Ernest Henry Shackleton de hace más de cien años, cuando se salvó tras hundirse su barco Endurace en isla Elefante y desplegó una pequeña vela para llegar hasta Georgia del Sur y cruzar la isla, donde se encontraban los balleneros. 

Unos días antes de su partida a la Patagonia, De la Rosa se reúne con Forbes Nautik para explicarnos cómo va a ser esa aventura única.

PREGUNTA. Has participado en múltiples competiciones extremas, como la Lapland Extrem (Laponia, Finlandia) o la Iditarod (Alaska, EE.UU.). ¿Qué tiene de especial la aventura de la Antártida?

RESPUESTA. Sin duda, es el reto más complicado al que me voy a enfrentar en mi vida, porque voy a intentar cruzar el océano más salvaje y el más temido por los navegantes, que es el Antártico. Será mi primera aventura transoceánica en clima polar, ya que, aunque he cruzado el Pacífico en una embarcación de Paddle Surf y el Atlántico a remo y he estado en la costa oeste de Groenlandia, nunca llegué a tener menos de 8º o 10º. En esta expedición rondaré los 0º y con vientos muy fuertes que van a superar los 60 nudos.

Puede ser de locos, porque la sensación térmica será de 20º a 25º bajo cero. Sin duda, va a ser de una complejidad enorme, algo que nadie se ha planteado, que es atravesar el océano Antártico a remo durante dos semanas, mientras que los veleros suelen cruzarlo en dos o tres días cuando van con clientes a la Antártida. Otra parte muy bonita de esta aventura es la de intentar emular a la mítica expedición de Ernest Shakcleton y su tripulación hace 107 años, y navegar con la misma embarcación desde la isla Elefante hasta la isla de Georgia del Sur. No solo tiene la parte de desafío personal y deportivo, sino también la de emular uno de los momentos más grandes que ha habido en la historia de las expediciones.

P. Esta aventura la tendrías que haber hecho el año pasado, pero la suspendiste por la COVID. En este tiempo, ¿en qué cree que has mejorado para lanzarte a conquistar el Antártico?

R. Creo que durante este año me he preparado muy bien y he mejorado en todo, incluso he participado en alguna competición, aunque el año pasado ya hubiera podido realizar la expedición con garantías. Ahora, ha pasado un año más, y eso equivale a adquirir más experiencia, investigación, mejorar el análisis de los vientos y las corrientes, hacer algunas mejoras en los sistemas de remo… Además, me he fortalecido muchísimo tanto psicológica como físicamente, e incluso he bajado un poco de peso, lo que me irá muy bien para esos primeros días en los que necesitaré estar al máximo de mi fortaleza.

P. ¿Cómo es la embarcación que vas a llevar?

R. Es una embarcación de remo de apenas 7 metros de eslora por un metro y medio de manga que diseñé hace cinco años. Con ella hice en 2019 la travesía al Pacífico, desde San Francisco hasta Hawái, pero le he añadido algunas modificaciones, como más compartimientos distribuidos en espacios más pequeños, un banco móvil, similar al de los barcos de remo olímpico, he fortalecido la proa y le he puesto una orza más pesada, más lastrada, para que me ayude a tener menos movimiento en la embarcación. 

Puerto Willians, inicio de la aventura

P. Cuando ya hayas salido de Puerto Willians, ¿cómo te planteas la aventura?

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R. Saldré remolcado de Puerto Willians hacia el Cabo de Hornos. De hecho, yo me voy unas semanas antes de empezar la expedición para navegar y entrenar por la zona. Una vez que arranque, desde el minuto uno en el que esté sentado en mi embarcación, tengo que estar al cien por cien y ser capaz de remar entre 18 y 22 horas seguidas aprovechando las condiciones sean buenas, y tendré que salvaguardarme en el kayak 24 o 48 horas hasta que pase el temporal con vientos huracanados de 150 km/h y olas de hasta doce metros. De cada cuatro días remando, avanzaré dos, perderé uno y otro lo usaré para recuperar, más o menos.

El objetivo es intentar cruzar a remo el Paso de Drake (Mar de Hoces), uno de los lugares más temidos por los navegantes, y llegar a Isla Elefante. Después, transformaré la embarcación en un pequeño velero (colocando una vela triangular) para continuar navegando 2.000 km hasta llegar a la costa oeste de Georgia del Sur. Finalmente, terminaré la travesía esquiando hasta la costa Este de Georgia. Normalmente se recorre en 3- 4 días, pero pueden ser más de una semana si las cosas se complican. La idea es que llegue con un día tranquilo. En el recorrido deberé tener cuidado con posibles manadas de orcas, no chocar con rocas, evitar colisiones con icebergs flotantes… En total van a ser más de 3.000 km.

P. Un factor determinante para el éxito de una expedición como esta es la nutrición. ¿Cómo la vas a controlar? ¿Qué tipo de comida vas llevar?

R. Contaré con comida liofilizada que sólo requiere hidratarse con agua caliente de la potabilizadora que llevaré en la embarcación, pero habrá días que estaré remando 20 horas con fuertes vientos y con movimiento del barco en los que tendré que separarme de la costa. Será entonces cuando comeré cosas crudas, por ejemplo, pistachos americanos, que llevaré en bolsas estancadas. Son los únicos frutos secos con proteína completa de origen vegetal que no requieren cocción y contienen fibra, vitaminadas, potasio y magnesio, fundamentales para mantener la presión arterial y recuperación la musculatura tras el esfuerzo físico en un ambiente tan hostil. Para mí, lo más importante es no enfermar y, los antioxidantes que tienen los pistachos van muy bien.     

P. ¿Cómo te apañas si tienes averías importantes en la embarcación?

R. Tirando de recursos, que son fundamentales en las expediciones. Por suerte, soy un poco manitas y siempre procuro llevarlo todo doble. Una buena caja de herramientas es imprescindible por si hay que hacer alguna reparación. En este tipo de aventuras siempre suelen pasar cosas, por eso llevo todo lo mejor. Y si algo es irreparable, intentaré ver la manera de seguir adelante aunque haya algo roto, tenga una vía de agua, etc.  

Patrocinadores

P. ¿Te ha sido difícil encontrar patrocinadores?

R. Sí, para este tipo de aventuras es muy difícil encontrar patrocinadores. Por suerte, tengo mis empresas, que son mis principales apoyos: Meridiano Raid, enfocada a piraguas, paddle sur, raquetas de nieve…; el hotel Ciclolodge, un alojamiento en la sierra norte de Madrid, orientado a deportistas, ciclistas, aventureros, etc.; Sea to Summit, que me apoya con material y económicamente. También destacaría a Helly Hansen, American Pistachio Growers y Poso Visual.

Para que te hagas una idea, el coste del alquiler del barco de filmación y seguridad que llevamos es de 50.000 euros al mes. El año pasado estuve dos meses sin poder utilizarlos, pero los tuve que pagar, y este año voy para otros dos meses y también lo tengo que pagar. Para eso necesitas buenos sponsors, pero no he llegado a conseguir uno que apueste por mí y me diga: ¿Cuánto necesitas? ¿200.000 euros? Pues aquí los tienes. No he llegado a eso, pese a tener una buena repercusión, y lo puede hacer porque tengo unas empresas solventes que me funcionan.  

P. Cuando te embarcas en una aventura de tanto riesgo como esta, ¿contratas algún seguro especial?

R. No llevo nada especial, solo el que me obligan a suscribir en el Comité de Vela Español, que es de un millón de euros. De todos modos, yo llevo mi propio rescate, con varios dispositivos que tienen unos seguros de la hostia… Sin embargo, por muchos seguros que tenga, ninguno me va a mandar un helicóptero al centro del estrecho de Bering.

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P. En tus aventuras, habrás pasado momentos muy complicados. ¿Hay alguno en especial que recuerdes por lo mal que lo pasaste?

R. Si te refieres a riesgo, el momento más cercano a la muerte, porque estuve muy cerca, fue cuando me caí en una grieta cruzando el lago Baikal, en Siberia, en el año 2012. Fue mi primera expedición invernal, atravesando sus 700 km, y me colé en una grieta del lago, caí al agua por la noche, a 30º bajo cero, y me costó dos minutos salir porque tiré de recursos ayudado por los bastones. La verdad es que fue muy duro, y si hubiera estado un poco más en el agua, y no hubiera tenido los bastones a mano, etc., posiblemente no estaría hoy aquí. 

P. ¿Cuál es tu techo en deportes aventura? 

R. Creo que esta expedición, porque la estoy preparando desde hace cuatro años, no sólo físicamente, sino también en aspectos técnicos y de logística, por ejemplo. Nunca se sabe, pero pienso que es la expedición más compleja a la que me voy a enfrentar, por lo menos a día de hoy. No sé dónde está mi techo, pero sí sé que ahora estoy preparado casi para cualquier reto, como escalar ochomiles, porque siempre me he adaptado muy bien a la altura. No me gusta lo comercial y, de hecho, todas mis expediciones han sido innovadoras y diferentes. Me gusta seguir esa línea y, mientras el físico aguante, voy a continuar luchando por seguir haciendo cosas.    

P. ¿Y qué cosas te llaman la atención para más adelante?

R. Bueno, tengo algunas en mente… La verdad es que encontrar ahora mismo algo que no esté descubierto es difícil, porque hoy en día puedes llegar a cualquier parte del mundo, y no hay mapas en blanco cómo hace 50 o 60 años. Ya quedan pocos espacios por los que no haya pisado el hombre en la Antártida o en el centro del Amazonas. Y a mí lo que me gusta es descubrir lugares complejos, hostiles, en medios naturales no motorizados. A lo mejor, la próxima aventura será esquiando, o remando en un kayak, o de cualquier otra manera. En Groenlandia aún quedan cosas por hacer, y en el Ártico, o alguna montaña…, pero ahora estoy centrado en esto, prefiero no salirme del tiesto y seguir pensando en esta expedición. 

P. ¿Consideras que la tuya es una vida de reto en reto y cada vez de mayor peligro?

R. Por supuesto que es una vida de reto y de salir de la zona de confort, pero intentaré seguir así mientras el cuerpo aguante, que es el que te pone los límites en esta vida. Mis referentes son personas como Carlos Soria, que con 83 años todavía consigue hacer cumbres de 8.000 metros en el Himalaya. Al final, la edad se la pone uno, y ojalá pueda seguir durante 30 años más.  

P. ¿Cuál ha sido el paisaje más bonito que has contemplado en tus aventuras?

R. Normalmente, el mejor momento no suele ser cuando ves tierra, porque, aunque te alegras, hay otros mucho más chulos durante la expedición que la conquista final. Por ejemplo, cada día que cruzas el mar y te encuentras una noche de estrelladas sin nada de contaminación, es espectacular. También es imborrable cuando te cruzas con una ballena o te acompañan delfines durante un día entero.

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