Mi pasión por el mar nace cuando yo tenía 14 años, un amigo de mi madre en Buenos Aires me invitó a participar en una regata y fue la primera vez que hice una. De pequeño navegaba con mi papá en un barquito de 7 metros por el delta del río de la Plata. Esa también fue mi primera experiencia con la vela. Fui a la regata y ganamos. ¡Fue muy increíble!: la primera regata a la que iba en mi vida… ¡y ganamos! Me explicaron las cosas más básicas, pero tenía que ayudar y hacer cosas porque era una tripulación solo de cuatro personas. Sinceramente, me enganchó mucho eso de ir a la regata y ganar.
Para los navegantes de agua dulce, el río de la Plata parece una cosa fácil, pero no es nada fácil. Es mucho más complicado navegar en el río de la Plata que en Baleares, porque el río tiene como 70 kilómetros de ancho, pero tiene dos problemas serios: muchos bajos que se mueven todo el tiempo por culpa del barro que viene del río Paraná y Uruguay. Además es marrón y no ves los bajos, no es como en el Mediterráneo o en el Caribe. Como es un río, tiene corriente, pero como el río de la Plata desemboca en el mar, tiene marea, entonces entre la corriente y los bajos es muy difícil, por eso han salido tantos buenos navegantes del río de la Plata, también buenos diseñadores de barcos. Eso tiene que ver con que no es nada fácil navegar ahí.
Desde ahí, seguí navegando toda mi vida. Navegué en Estados Unidos cuando me fui a vivir allí. Navegué en Florida, por todo el Mediterráneo, fui hasta Canarias navegando, hasta Líbano por todo el Mediterráneo, de Barbados hasta Cancún, Miami… Navegué en barcos a vela y a motor, aunque, sinceramente, a mí me gusta más la vela. ¡Tengo siete hijos, tengo una tripulación ya incorporada! Durante 15 años tuvimos un velero de 92 pies, 98 metros, Afrodita, que utilizábamos en el Mediterráneo y en el Caribe, pero los veleros tienen el problema de que no importan lo grandes que sean que es muy difícil meter a una familia tan grande como la mía en un velero.
Un barco diseñado por Norman Foster
Entonces, nos pasamos al motor con un barco de 41 metros llamado Ocean Pearl, diseñado por Norman Foster. Éramos cuatro socios, yo tenía un cuarto de ese barco. Este fueron unos 5 o 6 años. Después tuvimos un barco solo para la familia en Miami, de 18 metros, Benevela, un barco italiano que nos lo llevamos a Menorca después de vivir en Estados Unidos (donde viví hasta el 95 y después de 2014 al 2018). Cuando volvimos a España, vendimos el barco a unos amigos y nos compramos un barco de 24 metros, a motor. Este verano, por ejemplo, navegamos 40 días, mucho comparado con otras familias. 40 noches pasando por Córcega, Cerdeña, todo Baleares…
Ahora busco un barco a motor un poco más grande. Antes lo usábamos en Menorca para salir por el día, pero ahora volvimos a navegar mucho con cuatro hijos menores que tienen 5, 8, 9, 11 y 15 años y mi esposa Nina. Ahora estamos en el mercado buscando un barco un poco más grande porque nos gusta mucho navegar. Estamos viendo vela y motor. También estamos viendo opciones de vela que tengan más espacio, pero supongo que al final iremos a por un barco a motor más grande.
Navegar, un mar de aventuras
De las navegadas que hice hay siempre momentos especiales, como por ejemplo llegar a Beirut con el velero de 28 metros, siendo Beirut un lugar tan histórico pero complicado e interesante. En realidad, todo el Mediterráneo oriental me parece muy interesante. Me gusta Turquía, Chipre… Me encanta también Menorca, me parece un paraíso para la navegación, aunque me conozco cada cala, tengo una finca en Menorca, siempre estoy ahí, cada vez que voy pienso que es un paraíso. También me gusta navegar mucho por Cerdeña, Córcega, por las islas Eolias… El volcán Estrómboli es muy bonito de noche porque vas navegando por ahí y ves el volcán medio en erupción con la lava, es algo muy especial.
En el Caribe, por ejemplo, hay una isla que se llama Santa Lucía que tiene dos ‘pitones’ o montañas muy espectaculares cuando uno llega navegando… Hay muchos sitios que están superbien y luego hay otros que resultan muy complicados de navegar, por ejemplo Las Bahamas. Allí nunca vi tanta extensión de agua con tan poca profundad, es muy difícil navegar con un velero por allí. Además, allí tuvimos una tormenta fuerte, la peor fue cruzando Miami hasta Las Bahamas, fue una tormenta totalmente inesperada.
De tormentas y cómo sobrevivir a ellas
La segunda peor tormenta fue hace un mes y algo. Íbamos navegando de Córcega a Cerdeña y nos vino un ciclón que empezó en Menorca y terminó en Austria. Fue una locura, por eso ahí es bueno tener un barco a motor. Cuando lo ves venir, metes el barco a 20 nudos, te escapas a una cala y te escondes. Yo no soy una persona miedosa, quizá por todo lo que hago en el trabajo o porque crecí en la Argentina cuando había una Guerra Civil. Entonces, siempre mantengo la calma, veo la tormenta y tomo una decisión. En este caso, estudié las cartas, vi una cala a la que podíamos llegar, metí el barco a 20 nudos, vi la distancia, la medí, calculé, dimos la vuelta a la cala y cuando llegó la tormenta estábamos protegidos.
Cuando hay tormenta hay que saber que no hay que luchar contra ellas, hay que dejarse llevar por ellas. Las tormentas muchas veces no duran mucho y aunque hay gente obsesionada con un rumbo y por culpa de seguirlo se hunden o tienen accidentes, es mucho más fácil dejarse llevar por una tormenta que ir contra una tormenta. En ese momento el objetivo es sobrevivir, no llegar a ningún lado.
En el caso de los veleros, lo que hay que hacer es cerrarlo todo, hacerlo medio submarino y que la ola pase y que el barco quede estanco, que no le venga el agua. En este sentido, los veleros son mucho más seguros que los barcos a motor. Así como un velero de la misma eslora es mucho más incómodo que un barco a motor de la misma eslora, pero es mucho más seguro que un barco a motor en una tormenta. Los veleros en las tormentas son medio submarino medio velero. Después, la otra clave en las tormentas es no romper nada. Pensar qué se puede romper, para no presentar vulnerabilidades en las tormentas. Yo, en las tormentas que he vivido, nunca tuve nada serio, nunca me pasó nada serio por tomar todas estas medidas. He navegado tanto… En la tormenta de hace un mes hay muchos barcos que se hundieron, que encallaron, pero en ese momento hay que mantener la calma y pensar cuáles son mis armas, cuáles son las armas de la tormenta y ganar la batalla.
Amor por el Mediterráneo
Crecí en el río de la Plata, después fui a Estados Unidos y cuando fui por primera vez a la universidad llegué al Mediterráneo, lo vi y me enamoré. Me pareció una cosa impresionantemente hermosa. La combinación de la belleza natural, la historia, la cultura de los pueblos que estaban ahí… Porque el Mediterráneo es tan particular en la historia de la humanidad. Me enamoré del Mediterráneo y mi vida se organizó alrededor de él. Ahora vivo en Madrid, mis empresas están en EEUU y algo en Madrid, pero voy muchos fines de semana al Mediterráneo y me parece que está muy bien para navegar. Mi trabajo principal está en EEUU, soy presidente de la cadena de clínicas de fertilidad más grande de Estados Unidos, The Prelude, pero también tengo cosas en España y cada vez que podemos nos escapamos a la finca que tenemos en Menorca.
Menorca es para nosotros muy importante, pero curiosamente nosotros navegábamos en los últimos años menos y estábamos mucho en la finca, pero este año nos pusimos a navegar, navegar, navegar, también porque en los últimos años ha sido difícil navegar por el COVID ya que ibas a un sitio y había unas reglas e ibas a otro y tenían otras.
Nos encanta navegar en familia, descubrimos lugares nuevos y todo el mundo está contento e interesado. Lo del barco está muy bien para que una familia esté junta y haga cosas juntas en un barco que es como tu casa, con tus cosas, tu ropa, tus objetos más queridos. No es ni mucho menos lo mismo que viajar en avión, por ejemplo.
Ahora, ya pensamos en nuestra siguiente escapada al mar. Últimamente estuvimos navegando mucho por el Mediterráneo occidental y ahora nuestra siguiente aventura en el mar es enfocarnos en el Mediterráneo oriental. Quiero llevar a los niños a Croacia, a Montenegro, a Grecia, a Turquía… Todo eso lo haremos el verano que viene.