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Libro de la semana: ‘El espejo del mar’, de Joseph Conrad

Editado y traducido por Javier Marías

Este libro no podía faltar en nuestra Biblioteca Nautik. Esta semana, nos adentramos en los mundos de Joseph Conrad, marino y escritor, a través de ‘El espejo del mar’ (DeBolsillo-Reino de Redonda), un libro fascinante donde la calidad y la proximidad son sorprendentes. Todo ello, bajo la edición y traducción de Javier Marías.

Las crónicas que conforman este libro repasan las vivencias marítimas de Conrad, primero como marinero en Francia y más adelante en la marina mercante británica. Estos textos componen un vivísimo retrato de la relación entre el hombre y el mar en una epoca en que la llegada del vapor supuso el fin de la hegemonía de los barcos de vela.

Considerado como el cruce entre un cantar de gesta sobre la navegación a vela y la biblia del oleaje, El espejo del mar es la insuperable reminiscencia de una forma de vida y una obra imprescindible para comprender a su autor.

Sobre el autor

Joseph Conrad, novelista británico de origen polaco, ha sido considerado como uno de los grandes escritores modernos en lengua inglesa. El conjunto de su obra se caracterizó por significar una profunda exploración de la vulnerabilidad y la inestabilidad moral del ser humano. Su vida en el mar y en puertos extranjeros constituyeron el telón de fondo de casi todos sus relatos, pero su obsesión fundamental fue la condición humana y la lucha del individuo entre el bien y el mal, que reflejó en sus escritos con un estilo rico y vigoroso y una técnica narrativa que se sirvió con habilidad de las interrupciones en los discursos cronológicos.

El mismo Conrad dijo sobre su publicación: «He intentado aquí poner al descubierto, con la falta de reserva de una confesión de última hora, los términos de mi relación con el mar, que habiéndose iniciado misteriosamente, como cualquiera de las grandes pasiones que los dioses inescrutables envían a los mortales, se mantuvo irracional e invencible, sobreviviendo a la prueba de la desilusión, desafiando al desencanto que acecha diariamente a una vida agotadora; se mantuvo preñada de las delicias del amor y de la angustia del amor, afrontándolas con lúcido júbilo, sin amargura y sin quejas, desde el primer hasta el último momento (…)».

Continúa diciendo: «Este libro escrito con absoluta sinceridad, no oculta nada… a no ser la mera presencia corpórea del escritor. En estas páginas hago una confesión completa, no de mis pecados, sino de mis emociones. Es el mejor homenaje que mi piedad puede rendir a los configuradores últimos de mi carácter, de mis convicciones, y en cierto sentido de mi destino: al mar imperecedero, a los barcos que ya no existen y a los hombres sencillos cuyo tiempo ya ha pasado».

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