No pudo ser. Los buenos augurios que la jornada de entrenamientos de ayer viernes trajeron al equipo español de SailGP, no se cumplieron en la primera jornada de carreras oficiales del Gran Premio de Dubái, la séptima etapa de la tercera temporada de la liga de SailGP. Las condiciones del viento en las aguas de Port Rashid han sido distintas. Ayer, sin que fuera un día ventoso, sí soplaba con más intensidad, y la especie de calma chicha que se instaló hoy en las aguas dubaitíes perjudicaron, sobre todo, al equipo español, que finalizó dos de las tres carreras en novena posición, y solo en la última manga consiguió mejorar sus prestaciones, acabando en el quinto puesto.
En el cómputo global: novena posición, con 10 puntos. Pero, curiosamente, en octava posición, con 13 puntos (dos octavos puestos y un cuarto en la última manga: es decir, justo delante de España en las tres carreras), se ha situado hoy el equipo de Australia, el que patronear el mítico Tom Skingsby, el ganador de las dos primeras temporadas de SailGP y líder de la clasificación de la actual, con seis de las once eapas de qué consta este año la liga ya concluidas.
«No haber sabido leer las circunstancias del viento en la pre-salida nos ha perjudicado todo el día –aseguró Jordi Xammar, con el semblante muy serio, pocos minutos después de finalizar la jornada–. Ha sido una pena, por el gran nivel con el que navegamos ayer [en los entrenamientos], pero seguiremos trabajando para sacar conclusiones y que no vuelva a ocurrir en el futuro».
Xammar no se mordía la lengua: «Estamos bastante enfadados con nosotros mismos. Han sido muy complicadas las salidas –decía el piloto/patrón del equipo español de la llamada ‘Fórmula 1 del mar’–. No hemos sido capaces de volar en la salidas y eso nos ha perjudicado durante todo el día”.
Lo de “volar” no es una metáfora: es así, tal cual. Los catamaranes F-50 que compiten en SailGP cuentan con sendos foils debajo de cada uno de los patines laterales. Los foils entran verticalmente en el agua pero un metro y medio más abajo se convierten en alas horizontales, que ejercen en movimiento un empuje de sustentación que impulsa el catamarán entero hacia arriba, para que la superficie en contacto con el agua sea la mínima imprescindible el mayor tiempo posible. Y eso se ve favorecido con el viento. Cuanto más, mejor. Si comparamos las circunstancias que se dieron en septiembre en aguas de St. Tropez, cuando casi se alcanzaron los 100 km/hora, con las de hoy, la diferencia es notoria: ningún catamarán ha superado este sábado los 30 km/h en ningún momento.
«Mañana, con más viento, van a darse las circunstancias que esperábamos para hoy –corrobora Xammar–, y que son con las que nos sentimos más cómodos. La decisión más difícil en carrera es la de decidir cuando volar y cuando no: al final, estos barcos están diseñados para volar y cuando no vuelas no consigues navegar muy bien. Y si intentas volar cuando no hay condiciones para ello es aún peor».